En las zonas más montañosas del Maestrazgo, como Iglesuela del Cid, el calvario se levanta en partes llanas, formando recintos cerrados por una tapia en cuyo interior se disponen las estaciones del Vía Crucis dibujando un camino que termina en una ermita pasionista.
Tiene recinto en forma trapezoidal con fábrica de mampostería y portada de sillería adintelada. En el interior hay dos series de peirones con las catorce estaciones del Vía Crucis cada una: la más antigua está semidestruida, pero la otra, posterior a la guerra, de similares características, se conserva.
Los cipreses, plantados en el interior y exterior del recinto le otorgan un aspecto singular y muy semejante desde el exterior al de un cementerio.
También cuenta en el interior del recinto con las ermitas de Loreto y San Roque.